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martes, 25 de agosto de 2020

Bukkake

Si seguís mi blog a estas horas ya sabéis que tengo una fijación por el sexo oral y que soy una adicta al semen en mi boca y por toda mi cara. Si, recibir corridas en mis labios o bañándome por completo con lamparones densos y olorosos es para mí un placer inigualable. Con este gusto como comprenderéis, la práctica del bukkake tenía que ser un reto y un deseo para mí.
Pues bien, a decir verdad, pocas cosas hay más difíciles que conseguir un buen bukkake. Se supone que a los hombres les gusta. Se supone que les encanta dejarte emplastada en mocos en medio de un grupo, mientras ellos disfrutan de sus vergas bien corridas y de la zorra cubierta de leche que han conseguido entre todos. Se supone.
La verdad es que la mayoría de los hombres son muy tímidos para follar junto a otros. Que les corta participar en estos eventos y que es dificilísimo que pasado el calentón inicial, a la hora de la verdad acudan a la cita y cumplan.... pero... a pesar de todo, si, conseguí ser la cumdump en un par de bukkakes... y... me mori de gusto. En efecto para una adicta a semen es lo más.
Intenté organizar un bukkake más de tres veces sin resultado alguno. Me enfadé tanto que lo deje y lo di por perdido. Y luego, sin esperármelo la cosa salió a pedir de boca.
Fue en Alemania. Yo estaba trabajando allí en El Barrio rojo de Frankfurt. En concreto en un edificio,que era todo el un burdel dividido en pisitos con una inquilina en cada uno. El caso es que cerca había un club muy marchoso. Cafetería aparentemente, con mesitas de reservado más adelante y con una mazmorra al final. Y en esa mazmorra pasaba de todo. Un día entre y allí dos mujeres casadas estaban mamando pollas a desconocidos mientras sus maridos las animaban y disfrutaban de sus cuernos y de sus puti esposas. Era un espacio para el sexo libre y la realización de tus fantasías, con un público entusiasta y animado. Allí conocí a un chico encantador, Hans, master sado maso, con el que hice amistad y que entendió mis gustos a la perfección. Así que dos días después, me puse un conjuntito escotado, me maquille los ojos muy cargada, me puse una barra rosa brillante, enmarque en negro puton mis labios y pintada com una puerta me fui al club a vivir mi aventura. Cuando llegue en la sala habría unas catorce personas, cuatro de ellas mujeres. Hans me acogió muy gentil y me llevó a una silla de confesionario en El Centro de la sala. Me ordenó ponerme de rodillas sobre el terciopelo rojo y luego se abrió la bragueta frente a mi cara. Me preguntó si quería ser una puta esclava de verdad... y yo dije que si. Así que, me puso un collar de perra, se saco la polla y me puso a mamar mientras el corro se cerraba sobre mi para verme mejor. En un ratito su polla estaba tiesa y lustrosa y entonces se apartó y sin darme ni cuenta, allí tenía mi segunda polla de la noche metiendose en mi boquita pintada.Antes de darme cuenta me rodeaban cuatro pollas erectas reclamando su mamada mientras las chicas cloqueaban excitadas, los hombres gruñían cosas como cerda, puta y piropos similares y la tensión iba subiendo hasta poder cortarse con cuchillo. Inesperadamente, uno de mis chicos se corrió cruzándome la cara y pochando todo mi trabajado maquillaje de ojos, y eso fue como si se desatara la jauría. En menos de medio minuto otros dos hombres gruñían su orgasmo soltándome latigazos de leche sobre mi cara, mi pelo, mis tetas y mi ropa y su ejemplo fue tan celebrado con risas, algún aplauso y varios insulto tos más que de seguido me lleve un total que de siete corridas que me dejaron goteando semen, cubierta de una espesa capa y... si, gimiendo como una perra con mi propio orgasmo. Unos de los más intensos jamás vividos. Hans, que era un encanto, no dejó la cosa ahí, a continuación me puso a cuatro patas y me follo como una perra delante de todos mientras los lamparones se deslizaban poco a poco hacia abajo y todos disfrutaban de la escena en la sala. Luego el añadió como buen anfitrión su propia corrida a mis despintados labios y para terminar me hizo saludar uno por uno a todos los que estaba en la sala y darles las gracias por haberme hecho una "cum sau sklavin". Fue a la vez muy humillante y súper excitante. Mirar cara a cara a mis folladores satisfechos y a los testigos de mi humillación fue tan intenso como el bukkake en si. Cuando me llevó por fin al baño para limpiarme me temblaban las piernas y tuve que quedarme varios minutos disfrutando de la cara cubierta de mocos que mostraba el espejo antes de atreverme siquiera a intentar limpiar semejante cantidad de fluidos. Me sentí más puta que cuando me estrené en el burdel. Creo que fue maravilloso, y solo en dos ocasiones he conseguido repetir la experiencia. Pero, me muero por un buen bukakke Aquí os dejo una foto de mis morros después de que ya hubiera deslizado casi todo hacia mis tetas. El vestido... buff, en la tintorería alucinarían... Besos, cargaditos como este.

domingo, 23 de agosto de 2020

Puticlub de puerto

Antes de que todo se fuera a la mierda,
en verano solía buscarme un par de clubs para veranear y sacar un dinerito en algun lugar de costa y con playita. hoy recuerdo mi verano en un puti club clasico de puerto en el norte. El tipico club con lucecitas rojas, barra de alterne , sofas de cuero rojo y unas habitaciones con espejo muy clasicas. Me gusta el puti club. Las chicas eran unas españolas de mediana edad y con tablas. Aqui todas éramos putas con historial y estabamos por eleccion en esto. Se notaba, atendiamos a los hombres con ganas y sin ascos. yo era la unica travesti y me fue muy bien. Muchos chicos prueban la fruta prohibida y me follaron para probar. Los clientes, muchos marineros y gente obrera. Buenos chicos solidos como robles que te follan de miedo. Me hacia unos cinco hombres por dia, un ritmo muy bueno, y por las mañanas me iba a la playa. Podría aguantar asi un monton, pero mi culo inquieto me llevó a otro lado, como siempre, pero allí se estaba realmente a gusto. Vamos, casi igual que estar diez horas en una fabrica aguantando algun jefe impertinente.

El puerto era muy internacional y mi clientela a menudo de cualquier lugar de este mundo. Rusos filipinos, latinos... Creo que voy a follarme a las naciones unidas enteras antes de mi jubilación Y tripulaciones. Un barco ruso paso por mi culo con la excepción del cocinero, que se ve que era homofobo perdido. Al final del verano cuando me fui me dio pena dejar ese sitio. Se estaba bien y nos llevabamos bien, y sobre todo en los puertos se hace un dinerito maravilloso. En el pueblo ya me conocen y todavia me saludan cuando vuelvo, y  esta muy bien lo de ser la puta del pueblo. Que luego me digan que estaria mejor atando tapicerias de coches doce horas destrozandome el cuerpo por 650 €... 
En todo caso, lo de follar en puertos te permite tener amantes de todo el mundo y comprobar algo que no entiendo cómo no es de conocimiento universal: todos somos iguales. Todos queremos lo mismo. Nunca entenderé a los racistas. Ahora que se oyen tantas tonterías de ese estilo, añoro acostarme con un filipino, media hora después con un senegalés y al final de la noche con un un ucraniano y demostrar que ante todo somos unos pobres humanos y que en el encuentro de nuestras carnes, siempre comunicamos.

Fetichismo y Prostitución


Fetichismo en la prostitución Desde mis primeros escarceos sexuales tuve claro que era fetichista. Y del valor añadido que el fetichismo le daba al sexo, en especial en el sexo profesional.. cuando me hice puta me acostumbre a cumplir con los fetiches del oficio: tacones, ligueros, corpiños, vestidos excitantes o vulgares pero también elegantes vestidos de noche, maquillaje muy puesto y atrevido: desde la elegante dama burguesa maquillada con gusto pero vestida de puta, al maquillaje de puta esquinera con vestimenta elegante, todo vale. Lo hice por gusto y por convicción y ante una realidad muy clara. Los hombres que me visitan no sólo desean sexo, lo que desean mayoritariamente es vivir una fantasía sexual y en ella, follarse a una mujer arreglada, bien maquillada, vestida como una zorra con clase y muy arregladita para luego,dejarla hecha unos zorros, colorada, despeinada y con el maquillaje bien corrida a pollazos. O vivir su noche especial con la mujer que va vestida como una artista en un lugar público para luego follarsela hasta el fondo. O follar con una diosa fetichista vestida de cuero y satin. Hay muchos fetiches, algunos muy entretenidos. Otros muy sexys a mí parecer. Yo tengo mi preferido también. Siempre, desde mi primera tarde de burdel, me ha gustado presentarme vestida de zorra de burdel clásico y maquillada con ojos de gata y labios rojos o rosa brillante de puton enmarcados en color oscuro para dejar bien claro al chico donde va a meter su polla y donde se va a correr. Me encanta ser emplastada en semen, y eso tambien es un fetiche. Unos que añade mucho valor a mis servicios y mucho placer a mis chicos. Besos blancos.