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domingo, 23 de agosto de 2020

Puticlub de puerto

Antes de que todo se fuera a la mierda,
en verano solía buscarme un par de clubs para veranear y sacar un dinerito en algun lugar de costa y con playita. hoy recuerdo mi verano en un puti club clasico de puerto en el norte. El tipico club con lucecitas rojas, barra de alterne , sofas de cuero rojo y unas habitaciones con espejo muy clasicas. Me gusta el puti club. Las chicas eran unas españolas de mediana edad y con tablas. Aqui todas éramos putas con historial y estabamos por eleccion en esto. Se notaba, atendiamos a los hombres con ganas y sin ascos. yo era la unica travesti y me fue muy bien. Muchos chicos prueban la fruta prohibida y me follaron para probar. Los clientes, muchos marineros y gente obrera. Buenos chicos solidos como robles que te follan de miedo. Me hacia unos cinco hombres por dia, un ritmo muy bueno, y por las mañanas me iba a la playa. Podría aguantar asi un monton, pero mi culo inquieto me llevó a otro lado, como siempre, pero allí se estaba realmente a gusto. Vamos, casi igual que estar diez horas en una fabrica aguantando algun jefe impertinente.

El puerto era muy internacional y mi clientela a menudo de cualquier lugar de este mundo. Rusos filipinos, latinos... Creo que voy a follarme a las naciones unidas enteras antes de mi jubilación Y tripulaciones. Un barco ruso paso por mi culo con la excepción del cocinero, que se ve que era homofobo perdido. Al final del verano cuando me fui me dio pena dejar ese sitio. Se estaba bien y nos llevabamos bien, y sobre todo en los puertos se hace un dinerito maravilloso. En el pueblo ya me conocen y todavia me saludan cuando vuelvo, y  esta muy bien lo de ser la puta del pueblo. Que luego me digan que estaria mejor atando tapicerias de coches doce horas destrozandome el cuerpo por 650 €... 
En todo caso, lo de follar en puertos te permite tener amantes de todo el mundo y comprobar algo que no entiendo cómo no es de conocimiento universal: todos somos iguales. Todos queremos lo mismo. Nunca entenderé a los racistas. Ahora que se oyen tantas tonterías de ese estilo, añoro acostarme con un filipino, media hora después con un senegalés y al final de la noche con un un ucraniano y demostrar que ante todo somos unos pobres humanos y que en el encuentro de nuestras carnes, siempre comunicamos.

1 comentario:

  1. Me imagino cuanto lo habras disfrutado, Julia. Esperemos que pase la pandemia y puedas volver a vivir esas experiencias tan excitantes e intensas. Besos

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